Culto Profético 2012

lunes, 20 de junio de 2011

Casa apostólica (todo está en la casa)

Hay cosas en la vida que realmente uno no pide. Yo no pedí, por ejemplo, nacer en República Dominicana. No pedí tener los padres que tengo y ni siquiera pedí nacer. No pedí ser hombre (aunque agradezco cada día mas a Dios por este hermoso privilegio). No pedí ser cristiano y mucho menos quería, en mis principios, asistir a la congregación a la cual pertenezco. Y sobre todas estas cosas, nunca pedí ser llamado al ministerio profético.

Me gusta siempre contrastar mi vida con la de los héroes de la fe, porque al hacerlo puedo comprender en que etapa o estado se encuentra mi vida. Además, de esa misma manera, puedo asumir los mismos principios eternos que a ellos les favorecieron. Ninguno de estos personajes pidió vivir de la manera en que les tocó.

Podríamos considerar la vida de Jabes, quien no pidió llamarse dolor y aún así, dice la Palabra que, llegó a ser mas ilustre que sus hermanos. Moisés no pidió ser tartamudo, haberse criado en la casa del faraón o ser llamado para liderar al pueblo de Israel, mas aún así Dios habló con el cara a cara y lo llamó Su amigo. José no pidió soñar ni ser menospreciado ni vendido por sus hermanos a causa de dichos sueños; a pesar de todo esto llegó a ser el segundo al mando en Egipto. David no pidió ser el hijo de un hombre que lo desvalorizaba, pero aún así llegó a ser el más consagrado de todos los reyes de Israel; un hombre conforme al corazón de Dios. Eliseo estaba trabajando la tierra cuando fue llamado al ministerio profético, el no pidió ser profeta, mas aún así Dios lo respaldó y llegó a ser un gran profeta bajo una doble impartición del espíritu de Elías.

Iglesia, tu no has pedido ser marcada con un propósito tan extraordinario, no has pedido ser una iglesia edificada bajo el fundamento de apóstoles y profetas. Iglesia de Cristo, tu no has pedido ser la sal y la luz del mundo, tampoco has pedido haber sido plantada en esta tierra, pero esto es lo que Dios ha  planificado para ti desde la eternidad. Debes caminar bajo el propósito de Dios para que seas eficaz en lo que el ha diseñado. Dios ha prometido respaldarte y mostrar Su gloria a través de ti. Iglesia levántate y resplandece porque tu hora ha llegado.

Hay dos ópticas con las que podemos ver la Iglesia. Podemos verla a través de la óptica terrenal y veremos una Iglesia estancada, derrotada, sin recursos, sin esperanza, desolada; o podemos verla a través de la  óptica del reino, una óptica espiritual, y veremos una Iglesia en movimiento, victoriosa, en abundancia, con la esperanza de gloria, fructífera. Tenemos que aprender a ver las cosas como realmente son y no como ellas pretenden ser. Muchas personas están en sus congregaciones y se sienten desorientados, sin entender lo que está sucediendo, ciegos y ajenos a la visión. Quizás las cosas no son como queremos, pero el asunto no es lo que el hombre quiere sino lo que Dios procura. El problema está en que muchos cristianos están buscando afuera lo que solo puede ser suplido en casa. Algunas personas, hablando secularmente, no solo se van a la calle a buscar lo que necesitan, sino que también se lanzan a las casas de los vecinos, donde no le comprenden.

Todo está en la casa; la iglesia es una casa apostólica. La palabra de Dios registra en el Evangelio según Lucas 15: 11-32 la historia del hijo pródigo. El hijo prodigo se cansó de vivir en casa con sus padres y hermanos, y pidió su herencia. Ya estando fuera de casa malgastó su herencia a tal punto que comía del alimento de los cerdos. Esto mismo es lo que está sucediendo con muchas personas en las congregaciones, se han vueltos hijos pródigos. Aunque nunca han dejado de ser hijos están alejados de la casa. Esto es lo que el Espíritu dice a la Iglesia: “Hijo pródigo, regresa a la casa en donde fuiste engendrado y donde se encuentran tus padres; es allí donde hay abundancia para tu vida.”

En 2 Reyes 4: 1-7 encontramos una historia muy singular. Una viuda estaba en necesidad, su casa estaba aparentemente en escasez. Ella le reclamó al profeta que hiciera algo por ella. La mujer aquí representa la paternidad de la casa, ella era quien gobernaba, velaba por sus hijos y tomaba las decisiones; el futuro de la casa y los residentes estaban en sus manos. Los acreedores querían llevarse a uno de sus hijos, y eso está pasando hoy en las congregaciones. Las congregaciones se han vuelto lugares en donde no hay complacencia, sino precariedad y desaliento. El profeta comienza a cuestionarla acerca de lo que ella tenía en su casa. Ella menospreció, con su respuesta, lo que tenía en casa. Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite.”(2 Reyes 4: 2. Muchos creyentes, entre ellos líderes, están menospreciando lo que tienen en su casa (Iglesia). La mujer estaba tan ciega que no se percató de lo que había en su casa y lo menospreció. Muchos cristianos están menospreciando lo que hay en casa, y por eso han buscado la solución en otros lugares.

           La mujer tenía algo muy valioso en su casa, una vasija de aceite. Muchos creyentes no se han percatado de lo que tienen en sus congregaciones. Lo que Dios ha depositado es algo muy valioso; la unción y el poder del Espíritu Santo. La orden del profeta, para la mujer, fue que buscara vasijas prestadas donde los vecinos, no que buscara aceite u otra sustancia ¿Por qué? Porque todo se encontraba en la casa. Esto es lo que Dios nos dice hoy a nosotros Iglesia, que no busquemos afuera lo que solo podemos encontrar adentro en la casa. En el momento de buscar las vasijas, no debemos ser apocados, debemos buscar en abundancia porque tenemos en abundancia. Esta es la misión de una Iglesia apostólica, tener y dar en abundancia. La Iglesia debe ser un lugar donde se suplan todas las necesidades porque todo está en la casa.

          Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echa el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas. (2 Reyes 4: 4). Lideres, esta es la orden que Dios está dando para Su casa. Enciérrense con sus hijos y cuando un ministro esté lleno y preparado, pónganlo aparte, comisiónenlo, envíenlo. La Iglesia es una casa apostólica y está en la responsabilidad de preparar a sus ministros y enviarlos a las naciones así como hizo Jesús. Lo importante en todo esto es que Dios está obrando en Su Iglesia según los recursos, la unción, el poder y la influencia que hay en ella. En el momento que Moisés estaba siendo comisionado “…Jehová le dijo: « ¿Qué es lo que tienes en la mano?» «Una vara tosca», le respondió él” (Éxodo 4: 2).

            En la alimentación de los cinco mil los discípulos le pidieron a Jesús que despidiera a la gente para que fueran a comer algo “…Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.  Ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él les dijo: Traédmelos acá. Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud. Comieron todos y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas. Los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.”
            Iglesia, no menosprecies lo que tienes en casa. Dios ha provisto en Su iglesia todo lo necesario para que ella lleve a cabo su misión, y para que cada creyente se engrandecido. Iglesia, tu eres una casa apostólica para las naciones. ¡Todo está en la casa!

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